Cuento Argentina Gloria Benitez / La gacela y el DRAGÓN
LA GACELA Y EL DRAGÓN
Una vez más, el atardecer la sorprendió junto al ventanal enrejado de
su habitación, nada ni nadie podía rozarla. Educada y resguardada para
reinar, no conocía otra vida que el entorno de sus doncellas y su familia en
ceremonias privadas u oficiales, ése era todo su mundo.
Una vez más, el atardecer la sorprendió junto al ventanal enrejado,
pero hoy no era igual, nadie sabía, que sus miradas furtivas a través de
una puerta entreabierta, habían logrado violar lo inviolable. Sólo él.
La vista se perdía detrás del último rayo de sol y sus pensamientos no
podían apartarse de aquellos ojos que penetraron en los suyos. De aquel
torso desnudo, con un dragón tatuado en el centro de su pecho, y de
algunas voces de mando como un guerrero.
Ese pensamiento la hacía sentirse enferma, ¿ qué le pasaba?.
su cuerpo estaba inquieto, el alma ansiosa, su corazón se aceleraba y las
mejillas le quemaban. Su mirada de gacela asustada rehuía la de sus
compañeras para no ser descubierta.
Esa noche, cuando hasta la nodriza, que velaba su sueño dormitaba,
sintió sobre su boca la presión de una mano viril. Abrió los ojos espantada.
Otra vez, los ojos de él se apoderaban de los suyos. Temblaba, abandonó
el forcejeo, y susurró,
- ¿Quién es usted? –
-
- El que estás esperando, tu verdadera vida en libertad. - le respondió.
La tomó de la mano, ella se dejó llevar sigilosamente hasta un
vestidor, volvió a sentir inquietud, ansiedad y rubor. Él le acarició la
cabeza, (¡ nunca nadie la tocaba!), lloró en silencio, sin saber bien por
que.
Cada noche se repetía la escena, él le contaba el mundo del que ella
sólo tenía imágenes ilusorias, lo escuchaba encandilada.
Sus miradas y sus manos se fueron conociendo. En la magia de esos
momentos se encontraron sus labios y se elevaron en espirales de colores
hasta el infinito sin tiempo. El éxtasis, ahogaba sus gargantas. En cada
encuentro se les iba la vida.
Cada vez que él ondulaba su torso, se movía el dragón, que en vez de
tatuado parecía vivo tratando de atrapar a su gacela.
Una noche, la espera fue interminable, el sol de la mañana la
sorprendió dormida en el suelo, y ella no pudo explicarse la ausencia.
Las sirvientas en revuelo se contaban unas a otras la desaparición del
maestro de los hijos varones del señor. Decían que la guardia lo había
encontrado la noche anterior, merodeando para entrar en las habitaciones
prohibidas y que a la voz de alto, logró esfumarse entre las sombras.
Comprendió lo sucedido, se fingió enferma, pidió permiso para
permanecer en su cama, y siguió escuchando los corrillos.
La criada recibió órdenes de su padre de dormir encadenada a
ella, hasta que “se aquietaran las aguas.”
Sintió que ése era el fin.
Una mañana un grito despertó a la servidumbre, la doncella se
levantó agitando la cadena que llevaba ceñida a la muñeca que del otro
lado y cerrada, estaba vacía.
Dieron vuelta el cuarto y en el piso del vestidor, sólo encontraron una
manta con dos figuras estampadas... una gacela y un dragón.
Nadie encontró su cuerpo.
FÍN
Premio “Cuento Fantàstico”
Biblioteca Popular de San Isidro.
IMAGEN
www.draconika.com/img/chinese-dragon-red.jpg
En: No Categorizado
Permaenlace: Cuento Argentina Gloria Benitez / La gacela y el DRAGÓN
Comentarios: 0
Leído 3415 veces.